Amanece, de blanco,
entre los olivos.
Danza con su pelo recogido
entre los olivos.
Me despierta y me susurra
"vente conmigo a donde
los cacharros eólicos"
Pisa el vino que no bebo
y escupe donde más nos gusta.
Me enciende y me revienta
como a un ciquitraque.
Toca las palmas
entre los olivos.
Tenemos sexo furtivo
entre los olivos.
Recoge piedras azules
que tira a la ventana
de mi habitación.
Recoge piedras peligrosas
que se hunden
en mi corazón.
Riega
con sus ojos de avellana
los olivos.
Habla,
entre los olivos,
y tan dulce,
que se derriten.