Suena esa voz que representa a todo un colectivo, que
remueve algo en tu interior, y que hace que te plantees cosas, como cuando ves
a un gordo sin brazos.
Se rompe una nube y llueve sangre. Sabes que algo va mal y
que nadie hace nada por evitarlo.
Te encierras en la habitación y esperas, mientras se te caen
los dientes, a que lleguen buenos tiempos.
Pero ahí fuera siguen haciendo las cosas mal. Los lobos se reúnen,
se preparan para soplar.
Escondido, esperas al invierno, a que llegue esa nieve que
te lleva a un lugar precioso, poderoso y real, y no recubierto de azúcar.
Te llenas de ambición e intentas llevar algo que va de menos
a más a algo que vaya de más a universal.
Pero sólo intentas e intentas, visualizas y pretendes. Mas
al menos haces algo, menos hacen los que tienen que hacer.
Al menos hoy amaneces sumergido en líquido amniótico.
Al menos llega el mediodía, y tus dedos huelen a ella, y tu
pelo a camomila.