20120315

Paredes salpicadas

Debe ser la línea azul que se posa sobre el mar naranja
lo que me hace pensar en todo aquello que nunca debí hacer.
Quizá el escorpión estaba en lo cierto cuando decía
que la ciénaga estaba llena de espíritus peligrosos.
Lo cierto es que ahora ya no puedo dormir tranquilo
y que por las mañanas me siento como un hijo de Jupiter.
Y ya no pido un perdón, ni siquiera un abrazo.
El día que mis entrañas se pudran, y salgan,
desde dentro, bestias rojizas desatadas,
será cuando por fin te dejes de dar por aludida.