Cuando me abre la puerta y me besa recuerdo lo afortunado que soy.
Cuando abre y yo entro ella gime. Entonces yo juego a hacerla gemir aún más.
Me cuenta sus sueños, yo le cuento los míos, nos acurrucamos y volvemos a soñar.
Despertamos y me sonríe, y todo vuelve a brillar, y se acerca, y nada puede salir mal.