Esperando en el asfalto a que pase un camión
y me arrolle con sus ruedas rojas. Dulce sensación.
Pienso en lo que me trajo aquí: tu vestido celeste,
tu olor a nenuco y tus labios sin pintar.
Nadie podía contigo cuando seria te ponías;
mi polla sólo cuando te distraías.
Aquel día estabas concentrada, y regalé
mi cariño a quien menos lo merecía,
a quien ya estaba harto de arrastrados
condenados de oscuro existir,
de animales extraviados
o simplemente abandonados,
de balas perdidas de sol.
Por el hastío que me provocaba
la profunda inactividad,
me dejaba querer.
Ahora disfruto sintiendo mis vísceras
esparcidas por las carreteras.
Empapando y ensuciando tramos transitados
por pocos hombres, pero por muchas bestias.
Salpicando de sangre señales de trafico,
derramando mis restos de vitalidad cavernaria,
para que penetren en el pavimento
y surjan así, algún día,
pequeñas criaturas dignas
de llamarse maravillas de la auténtica
creación divina.
y me arrolle con sus ruedas rojas. Dulce sensación.
Pienso en lo que me trajo aquí: tu vestido celeste,
tu olor a nenuco y tus labios sin pintar.
Nadie podía contigo cuando seria te ponías;
mi polla sólo cuando te distraías.
Aquel día estabas concentrada, y regalé
mi cariño a quien menos lo merecía,
a quien ya estaba harto de arrastrados
condenados de oscuro existir,
de animales extraviados
o simplemente abandonados,
de balas perdidas de sol.
Por el hastío que me provocaba
la profunda inactividad,
me dejaba querer.
Ahora disfruto sintiendo mis vísceras
esparcidas por las carreteras.
Empapando y ensuciando tramos transitados
por pocos hombres, pero por muchas bestias.
Salpicando de sangre señales de trafico,
derramando mis restos de vitalidad cavernaria,
para que penetren en el pavimento
y surjan así, algún día,
pequeñas criaturas dignas
de llamarse maravillas de la auténtica
creación divina.