Todo cobra sentido cuando me anulan
al decirme que soy de lo que no hay.
Todo se ve compuesto por todo,
o al menos por sus influencias.
La tarde cae por su propio
peso trucado como el de
un frutero autónomo.
Y la hora de decir las cosas claras
no existe en el reloj.
Y probablemente nunca existirá.
Al menos no en esta luna verde.