El peso del cristal cae sobre su pelo
y se percata de que es hora de disparar.
Se desviste de fragancias exageradas
y deja en su estrella nívea los colores
sin ordenar. Se desorientan las gaviotas.
Deja en la orilla cuatro espinas
que lleva los miércoles y jueves
en el bolsillo de su sudadera,
y reza a la naturaleza por que
se claven en el corazón del mar.
Se enrolla entre las sábanas
sucias de su habitación, y
como un monstruo rosa, escapa
de la tiranía de las estaciones,
y duerme hasta que se acaban.
Y empieza el nuevo calendario.
Ese que existe cuando atraviesas
las puertas del rojizo dolor,
cuando ya no hay nada de nada,
cuando se nos acaba la respiración.
y se percata de que es hora de disparar.
Se desviste de fragancias exageradas
y deja en su estrella nívea los colores
sin ordenar. Se desorientan las gaviotas.
Deja en la orilla cuatro espinas
que lleva los miércoles y jueves
en el bolsillo de su sudadera,
y reza a la naturaleza por que
se claven en el corazón del mar.
Se enrolla entre las sábanas
sucias de su habitación, y
como un monstruo rosa, escapa
de la tiranía de las estaciones,
y duerme hasta que se acaban.
Y empieza el nuevo calendario.
Ese que existe cuando atraviesas
las puertas del rojizo dolor,
cuando ya no hay nada de nada,
cuando se nos acaba la respiración.