Que aun te busco es tan obvio
como que la sociedad transforma
y el hombre destruye.
A las cinco donde siempre,
donde te sueles ausentar de azul
revolviendo el cuchillo en la herida.
Autor de páginas que te saben a canela.
Reconócelo, soy encantador.
Que me acaricias el pelo
y me sale una rima estúpida.
Y aunque tenga que hacer frente
a veinte imbéciles cubiertos
con pieles de bestias,
voy a cavar el túnel,
hasta reencontrarme contigo.
Y que sepan los fornicadores quiméricos
que siempre fuiste mía,
o al menos desde que pusiste
tu piernas sobre mis hombros,
Y que siempre fui tuyo,
o al menos desde que clavaste
aquel mar en mí.