20110805

2009

Se dora, al mediodía,
el césped de tu jardín,
que pisa tus pies vestidos
sobre tu cuerpo desnudo,
al que no le afecta el sol,
el que sigue tan pálido
como enero,
el que tanto me pone.

Entras, solitaria,
en tu casa de puertas blancas,
dejando detrás una estela de olor
para mi lado salvaje.
Antes de entrar, me arrodillo,
y rezo por que al salir
todo siga igual.

Entonces entro, y salgo,
y entro por otra puerta,
y vuelo a salir,
y suena esa canción
que tanto nos hace sudar,
y aceleras, y no aguanto,
y exploto.

Se acaba el disco, y me voy,
y veo que todo sigue como antes,
para lo bueno y para lo malo.